Oración de los niños pobres, hijos de Dios
Señor, Padre bueno y lleno de misericordia, hoy alzamos nuestra voz en nombre de aquellos que muchas veces no tienen voz: los niños pobres del mundo. Aquellos que nacieron en medio de la necesidad, pero no por eso son menos dignos de amor, de cuidado, ni de esperanza. Porque también ellos son tus hijos, hechos a tu imagen, llenos de sueños, con risas sinceras y corazones puros.
Tú, que conoces cada lágrima derramada en silencio, cada noche de frío, cada día sin pan, escucha esta súplica que brota desde lo más hondo del alma. Que el dolor que viven no sea olvidado por quienes pueden cambiar la historia. Que el mundo no se acostumbre a verlos sufrir sin conmoverse, sin actuar, sin amar.
Padre, te pedimos que a cada niño le concedas una mirada llena de ternura, unas manos que los sostengan, una palabra que los anime. Que encuentren en los adultos el reflejo de tu amor protector. Que jamás sean tratados como carga, ni descartados por su pobreza, sino reconocidos como semillas de vida nueva, como promesas de un futuro mejor.
Toca los corazones de los poderosos, Señor, para que no cierren sus puertas ante la necesidad, ni endurezcan su corazón ante el dolor ajeno. Que aprendamos a ver en cada niño pobre a tu Hijo Jesús, que también nació sin riquezas, sin lujos, en un humilde pesebre, pero lleno de tu gracia.
Y a ti, Madre María, que supiste del desamparo y del exilio, cúbrelos con tu manto. Sé refugio para el niño que no tiene hogar, consuelo para el que sufre, esperanza para el que ha sido olvidado. Intercede por ellos ante tu Hijo, para que el mundo aprenda a cuidar, proteger y amar como Él nos enseñó.
Porque no hay niño pequeño a tus ojos, Señor. Todos valen lo mismo ante Ti. Todos merecen vivir con dignidad, reír con libertad y soñar sin miedo. En Ti confiamos, Dios de la vida, porque sabemos que no olvidas a ninguno de tus pequeños.
Amén.
